Un hecho insólito se presentó en Estados Unidos, una mujer se enteró de que su jefe padecía una grave enfermedad renal, siendo el trasplante de riñón su única salvación. En un acto de valentía y lealtad, la mujer se ofreció para donarle uno de sus riñones, pero lo que sucedió luego le dio la vuelta al mundo.
Hace 11 años, en la ciudad de Nueva York, una mujer llamada Debbie Stevens le dio a la mano a su entonces jefe, Jackie Brucia, de 61 años, quien necesitaba con urgencia un trasplante de riñón. Previo a que se llevara a cabo el procedimiento quirúrgico, se determinó que el órgano de Debbie no era compatible con el cuerpo de Jackie.
Sin embargo, Debbie donó su riñón a otra persona que lo necesitaba con urgencia, al mismo tiempo que Jackie recibió un órgano que si era compatible con su organismo y de esta manera poder tener una nueva oportunidad de seguir viviendo.
Pero Debbie nunca se imaginó que luego de la compleja cirugía, la mujer por quien arriesgó la vida tomaría la polémica decisión de despedirla del trabajo.
Stevens se encontraba en casa en medio del proceso postoperatorio que requiere este tipo de intervenciones. Ya sin un riñón, la mujer estaba decidida a recuperarse en el menor tiempo posible para poder regresar a sus actividades laborales.
La mujer empezó a recibir llamadas de Jackie Brucia, esta vez no para agradecerle por el gesto que había tenido con ella, sino para llamarle la atención por no volver a trabajar. Esto sin tener en cuenta que se encontraba en proceso de recuperación.
“¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no estás en el trabajo? No se puede entrar y salir cuando se te plazca. La gente va a pensar que tienes privilegios”, le decía a Jackie a Debbie, según informó El Clarín.
Días después fue notificada de su despido, por supuestamente haber incumplido deberes laborales. Pero Stevens no dejaría el tema allí, así que denunció la situación ante la Comisión de Derechos humanos de Nueva York, en donde solicitó una indemnización por los daños causados.
En diálogo con The New York Times, Stevens aseguró que a pesar del desagradable detalle, no se arrepiente de haber ayudado a una persona para que continuara con vida. Se sabe que la persona que recibió el órgano de Stevens fue un hombre en Missouri.