Para Petro, 2023 será el año de sus anunciadas reformas. Dada la fragilidad y diversidad de la coalición de gobierno, será ahora o nunca. Ante el carácter secreto que hasta ahora han tenido los proyectos, preocupa que sus supuestos resulten inconsistentes, como se ha observado en los temas de salud y energía, y que, finalmente, se imponga la mala política -criterios de conveniencia o transaccionales más que técnicos- en las decisiones del Congreso. Sin embargo, puede resultar peor que este intente sustituirse -o presionarse, mediante la confrontación callejera- sacrificando los fundamentos de la ciencia, el interés general y la administración eficiente, en la perspectiva de su particular visión.
En un hecho repetido que comienza a preocupar a Petro pareciera quedarle estrecho el traje de presidente. Sus pretensiones de sustituir la legislación vigente mediante decretos, como en el caso de las liberaciones de personas juzgadas y condenadas; o las de conceder estatus de interlocutor del Estado -motivando el reclamo del mismo Eln- a criminales solicitados por la justicia internacional, lo confirman. Si la Paz se encuentra por encima de la Constitución, como afirmó, corresponde a la Corte Constitucional y no a él determinarlo.
Nadie ha entendido su sentencia según la cual “el sistema de salud en Colombia es de los peores del mundo”. En múltiples mediciones realizadas a nivel internacional ha fluctuado, en los últimos años entre la posición 22 y la 39 entre 193. Para cualquier colombiano que viviera la época de la prestación puramente estatal del servicio no existe punto de comparación con lo que tenemos ahora que la cobertura ha alcanzado la universalidad, aún con innumerables defectos susceptibles de corregir. Su afirmación riñe con la verdad.
Tampoco se ha entendido la atemporalidad de su discurso, soportado en los cálculos de la ministra Vélez, frente a la transición energética, en realidad un objetivo mundial en la perspectiva del desarrollo sostenible, hacia el futuro, que no ha llevado, hasta ahora, a ningún otro país a buscar el suicidio y colapso de su economía en el presente. No hacen falta estudios muy precisos para establecer límites de soberanía y seguridad energética. Tampoco para estimar la importancia y función de las exportaciones de petróleo en la economía y el bienestar actual de los colombianos. Un sencillo flujo de caja lo puede ilustrar, aunque corresponda al ministro Ocampo ejercer, con su colega, una elemental labor tutorial, como seguramente ocurrirá esta semana al establecer diferencias entre reservas de gas probadas y posibles.
Puesto en situación de cumplir sus promesas de cambio Petro no puede eludir la realidad ni trastocarla partiendo de supuestos falsos. El núcleo duro de sus electores, encabezado por su vicepresidenta, le reclaman el “cambio” lo que debe equilibrar con la realidad y con quienes no piensan como ellos, aún dentro de la misma coalición de gobierno, como pudimos ver en el caso de la reforma política. La política se refiere a la manera en que se transan intereses y posiciones encontradas existiendo para ello unos escenarios e instituciones regladas que permitieron su propia elección dentro de las cuales el Congreso ocupa una función preeminente. El recurso de convocar su propia movilización -o amedrentar con ella- para presionar sus decisiones no corresponde a quien encabeza el Ejecutivo.
El presidente está llamado a promover la convivencia armónica y no la confrontación, como se puede entender al programar sus marchas de apoyo en la misma fecha en que, con anterioridad, las ha propuesto su incipiente oposición al ejercer su derecho. Además de una provocación evidente es una manera de arrollar la institucionalidad que él mismo encabeza. Comprendemos el compromiso con sus electores para lo cual mejor que presiones pueden ser razonadas explicaciones, basadas en la ciencia y la administración, o los datos como ha reclamado, recientemente, su propio ministro de Educación al afirmar: “Cualquier reforma tiene que estar basada en el conocimiento práctico. Las miradas demasiado ideológicas muchas veces terminan haciendo daño”.